“Quítense de vosotros toda
amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia y toda malicia.”
Efesios 4:31
RVR
Me ha impresionado ver hoy en día
–tal vez hoy es más evidente que antes- a mucho joven amargado, eso era para
los viejitos, sin el ánimo de ofender porque también me he topado con gente
adulta que son mucho más alegres que un carnaval, que han aprendido a resolver
las frustraciones, los fracasos o los disgustos en la vida. Pero es
impresionante ver a tanto jovencito (a) con sus expresiones o reacciones de fastidio, odio y repulsión cuando las cosas
no se dan como piensan. Y las cosas se ponen peor cuando un adulto se atrevió a
señalar su defecto o error. No lo toleran, te odiarán y verán cómo le harán
para provocar en ese otro su disgusto.
El año pasado, un profesor me
comentó que un alumno de sus grupos nivel secundaria sacó una navaja y lo
amenazó con ella por regañarle al no
cumplir con sus trabajos. Tenía 15 años
¡ups! ¡Qué enfado tenía! ¡Qué odio y amargura por una llamada de
atención! No seas de este grupo. La amargura corroe tu interior y hará de ti un
ser que nadie amará –y no porque no merezca ser amado- sino que se alejará todo
aquel que te aprecie porque destilarás rencor, resentimiento y frustración. Haz
lo opuesto, PERDONA, para que llegues saludable y feliz a la edad adulta.
Hay tanto para un joven:
aprender, crecer, viajar, conocer, creer, inventar, imaginar, innovar o realizar
en este planeta, por tanto, no te permitas opacar o estancar por la amargura.
Suelta ese fuerte peso y sé libre. Y lo más padre es que no lo harás solo, Jesucristo
también perdonó tu fallas y horrores (jajaja en lugar de errores), así que
sigue su ejemplo, él aún en la misma cruz perdonó a quien le criticaba o
señaló, entendió que fue porque no sabían lo que hacían; y así es nadie, a veces,
sabe lo que hace a un corazón como el tuyo. Perdona, quita todo esto y sé libre
en él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario