“No escuchó la
voz, ni recibió corrección; no confió en Jehová, no se acercó a su Dios.”
Sofonías 3:2 RVR
Has visto a un niño haciendo berrinche? ¿cómo patalea, grita y sobre todo lo mal que se ve? Pues en ocasiones así nos comportamos con Dios.
Ciertamente Jesucristo otorgó todo en la cruz para que tú y yo recibiéramos no sólo su amor sino muchos beneficios más y desea guiarnos a una mejor vida en la tierra y en el porvenir ¿Pero cuántas veces no hacemos todo lo contrario?
No escuchar, es hacernos los sordos, si en su Palabra te ha mostrado que hay que obedecer, hazlo; si te han llamado la atención o corregido, reflexiona: ¿para qué? y no ¿por qué? pues, la primera pregunta le dará propósito a tu llamada de atención y la segunda te hundirá en las quejas y reproches.
Dios tiene una mejor visión de tu futuro que tú mismo, y si el pecado o la tentación te gritan: ¡no escuches! mejor opta por confiar en Dios y acercarte a él. Jerusalén fue un pueblo rebelde, necio y testarudo ¡ups! hasta que aprendió la lección. Dejemos de ser como Jerusalén y dejemos de hacer puros berrinchitos. Él es un Padre que nos ama, merece nuestro respeto y obediencia.
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