"Jehová hasta los cielos llega tu misericordia, y tu fidelidad alcanza hasta las nubes." Salmos 36:5 RVR
Cada vez que padeces una traición, ya sea de amistad, fraternal, familiar o de amores, duele hasta el alma y sinceramente quedas con tan mal sabor de boca que te prometes a ti mismo(a) a no volver a confiar en nadie. Y es tan fuerte el dolor que a quien amabas, ahora lo odias... ¡ups! ¡qué fue lo que pasó! Primero creo que el dolor no te permite ver más allá, segundo se nos olvida que de igual manera que somos infieles y tercero, no sabes que existe alguien que siempre te será fiel. Si asimilas estos tres puntos, te será más fácil sobrellevar una infidelidad o traición.
El dolor sólo te deja ver "tu sufrimiento" y no habrá sanidad por la falta de perdón, estás tan enfrascado en lo que te hicieron que no ves que eres "iguanas ranas", es decir, tú también has traicionado y has sido infiel ¿cuándo? cada vez que Dios te ha mostrado su amor y misericordia y tú le has dado la espalda, olvidándote de quien te ha dado la vida y la vida de su Hijo Jesucristo, ¿pero sabes qué? Dios no se ha enfrascado en ti o en todo aquel que no le cree, sino que "a pesar de" él permanece fiel.
Si tienes en mente y en el corazón que alguien te ama profundamente que no importa tus traiciones o infidelidades y que su fidelidad no tiene final, caerás en cuenta que estás en las mejores manos, en las manos de un ser amoroso, verdadero, leal, que cree en la fidelidad, no porque le hayan contado o le hayan pagado con tal fidelidad sino porque él la practica desde siempre y por la eternidad. Por eso si me preguntas si existe la fidelidad, te diré que sí, si existe la fidelidad, pese a ti, pese mi y a todo ser de carne y hueso.
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