“Tamar fue enviada a casa de su hermano enfermo, preparó su alimento, lo llevó a su alcoba. Y cuando ella lo puso delante para que comiese, él asió de ella… Ella le gritó: - ¡No me hagas violencia, habla con mi padre el rey que no me negará a ti!
Mas él no quiso oír, sino que pudiendo más que ella, la forzó. Entonces, Tamar tomó ceniza y la esparció sobre su cabeza, rasgó su ropa y se fue gritando.”
(Puedes ver la historia completa en Samuel 13:1-19 RVR)
La historia de Tamar da escalofrío y horror. La violación que vivió, la vergüenza y el dolor sólo pudo manifestarlo al arrojarse ceniza sobre su cabeza. Hoy en día ¿qué se hace ante una situación así? ¿Has vivido alguna vez tal dolor o vergüenza? ¿Qué harías tú? ¿Qué aconsejarías a Tamar si fuese tu amiga?
El significado de arrojarse ceniza es parecido al cilicio[1] pues era una manera de mostrar dolor públicamente; también para expresar desgracia, vergüenza, arrepentimiento, luto y penitencia[2]. Las cenizas eran producto de una mezcla de grosura[3] de los sacrificios y combustibles utilizados para consumirlos. ¿Te imaginas como te verías? ¿A qué olerías?
Y mucho más importante ¿Qué opina Dios? Chécate esto:
“(Hablando Jesús) me ungió Jehová, me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón… a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de la venganza del Dios nuestro, a consolar a todos los enlutados; a ordenar que a los afligidos se les de gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar de espíritu angustiado”. (Ver Isaías 61:1-3 RVR)
Sin duda alguna Jesucristo siempre estará listo para amar y restaurar los corazones lastimados por la maldad. Si es tu caso o el de un amigo (a) no olvides que hay consuelo, hay solución y hay salvación en Jesús. Hoy en día cuentas con un redentor que no sólo sanará tu corazón sino que te hará justicia, recurre a él, todo este dolor y desesperación él lo quitará y te dará paz, además de gozo, en un momento tan difícil para ti. Ya no habrá más cenizas sino gloria y manto de alegría. Así que ánimo.
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