“Y este es el
caso del homicida que huirá allí (a la ciudad de refugio), y vivirá: aquel que
hiriere a su prójimo sin intención y sin haber tenido enemistad con él
anteriormente.” Deuteronomio 19:3 RVR
En el Antiguo
Testamento Dios dio la instrucción de hacer ciudades de refugio para que si
hubiere alguien que cometiera homicidio accidentalmente se refugiara ahí y no
muriera por causa de algún vengador.
¿No te ha pasado
a ti? Que hayas lastimado a alguien, tal vez de muerte o no, con o sin mala intención. ¿Qué haces al respecto? ¿A dónde huirías? ¿Quién creería
en tu inocencia? Pues Dios si pensó en
ello antes que tú o yo, por eso estableció en aquellos tiempos lugares para
resguardarse y ser protegidos de cualquier ataque. Los países hoy en día y casi
todos cuentan ya con un sistema judicial que les ayuda a salir de estos
problemas legales (por así decirlo) ya sea para juzgar o liberar a alguien de
los cargos. Pero en ocasiones el sistema ya está corrompido y a veces ya nosabes quién dice
la verdad o quien tiene la razón.[1]
Hoy tienes más
que una ciudad, tienes a tu alcance a Dios, él entiende y sabe que pasó, como
se dieron las cosas y cuál fue el error, además de protegerte tiene la solución:
Jesucristo pagó en la cruz toda maldad que hayas hecho para que fueras libre,
sólo debes pedirle a él que te perdone por tu maldad y que venga a tu corazón,
te limpie y ayude a enderezar tu veredas.
Dios tiene un
mejor panorama de todo, así que si tienes alguna enemistad o has padecido
ataques por algún error o que tú quieras protección, puedes recurrir a Jesús:
él es nuestro refugio y conoce la necesidad de cada ser humano. Fíate de él.
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