“Me sedujiste oh Jehová y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste…”
Jeremías 20: 7 RVR
¡Cuántas veces no has caído en una tentación! La tentación tiene esa peculiaridad de arrastrarte a hacer algo, aunque sabes que está mal, por supuesto que son tus malos deseos los que te motivan, no surgen del aire precisamente, sino de tu corazón. Y que puedes someter estos deseos también, aunque cuando lo haces solo, lo más seguro es que caerás… necesitarás la ayuda de Dios para resistir a la tentación y mantenerte firme en lo correcto.
Sin embargo, hoy no me refiero a la tentación como pecado, me refiero a un pasaje que el profeta Jeremías le dijo a Dios cuando se enfrentó a hacer la voluntad de él y lo difícil de esta tarea… ¿te suena conocida esta lucha?, muchas veces estás peleando por no hacer lo que debes hacer, te cuestionas para qué, que no quieres en este momento, porque mejor no lo hace otro (a), si todo fuera más sencillo…bla,bla,bla. Mas Dios dice tú puedes y que pensó en ti, entonces el amor que él te da, te llena, te deja satisfecho y comprometido… porque aunque es difícil hacer lo que debes quieres corresponder a ese amor.
Jeremías supo que el que le llamaba lo creía capaz, porque no lo haría solo, lo veía con todo el potencial para emprender la tarea, pues el poder vendría de Dios y que a pesar de la crítica de muchos, estaría haciendo lo correcto. Se necesita a Dios continuamente para sostenerse cada día, nada hagas por tu mano, porque se te apetece, porque hoy se te ocurrió, medita y fortalécete en él porque él es más fuerte que tú y vencerá en todo, ¿no lo crees?
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