a Jehová y dijo: Ahora, oh Jehová,
¿no es esto lo que yo
decía estando aún en mi tierra? Por eso me apresuré a
huir a Tarsis; porque sabía yo que tú eres Dios clemente
y piadoso, tardo en
enojarte, y de grande misericordia,
y que te arrepientes del mal. Ahora pues,
oh Jehová, te
ruego que me quites la vida: porque mejor me es la
muerte que la
vida.”
Jonás 4:1-3 RVR
Compasión es
tener misericordia y mostrar piedad por el prójimo o una preocupación profunda
por los afligidos y necesitados. Y la autocompasión es este sentimiento de
piedad y lástima, pero por ti en cada penalidad y desgracia que te suceda. ¿Ves
como el reflector cambia de posición?, la compasión mira a otros y la
autocompasión se centra en ti. Dios siempre tiene compasión por cada niño (a),
chavo (a), señor (a) y anciano (a), cada uno de sus pensamientos están enfocados
en cómo ayudarte y bendecirte.
La autocompasión
seduce porque es el egoísmo en plena acción, pero se disfraza de pena y dolor,
es una manera de llamar la atención, con esto no te digo que te odies y que te
tires al castigo, sino que debes ser muy cuidadoso (a) de no caer en tu propia
trampa; renunciar, es negarte a ti mismo, es decirte no porque mis ojos no están puestos en mi, sino
en Cristo. Él nunca miró su bienestar, sino el bien más alto, tuvo misericordia
y vio lo que le convenía a la humanidad -a ti y a mí-, sino fuera así ya
estaríamos fritos ¿a ver paga tus cuentas con Dios? Estaría en chino ¿verdad?
Jonás hasta se
enojó porque Dios tuvo clemencia del pueblo de Nínive, este profeta no estaba
pensando en que se salvaría todo un pueblo, sino de que tendría que ir a
exhortarlos, después estos se arrepentirían y que hasta él solo
haría el ridículo, pues -a sus ojos-
Dios los perdonaría a fin de cuentas; su enfoque nada que ver con el de Dios,
por ello recibió una fuerte lección. No seas como Jonás, pese a tu juventud,
también con todas tus fuerzas ayuda, bendice y ve por otros, y cuando a ti te
suceda algo, piensa que no se acabará el mundo, pues en Cristo lo superarás.
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