"Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos,
y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó,
y nos lavó de nuestros pecados con su sangre..."
Apocalipsis 1:5 RVR
Indiscutiblemente este versículo está hablando de Jesucristo, de su obra y de su amor profundo por la humanidad. Primero nos da características de él o atributos y luego explica dos acciones que deja atónito a cualquiera. Sus acciones son que nos amó y que nos lavó con su sangre.
¿Te imaginas esta escena? ¿A quién lavarías? ¿Quién ama a alguien sucio? Pues solamente Jesucristo, él amó y después limpió, es obvio que nos limpió de pecado, pero esto no le impidió amarnos; pero para tenernos cerquita de su corazón su sangre derramada en la cruz hizo esta obra de limpieza y pureza.
¿Qué haces primero tú? ¿A caso no primero cuestionas al otro para amarlo? pues cambia tu rollo por el de Cristo, él te amó y no precisamente por lo bello que eres, sino porque anhela fervientemente estar contigo, que seas su hijo y que puedas entonces disfrutar libertad en él. Dios no piensa como los terrícolas, él ama y después hace lo que falta, déjate amar.
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