Mirad también las naves; aunque tan grandes y llevadas de impetuosos vientos, son gobernadas con un pequeño timón por donde el que la gobierna quiere.
Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡Cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!” Santiago 3:3-5 RVR
¿No te ha pasado qué por haber hecho un comentario se te vino el mundo encima? Tal vez no fue tu intención, pero todas las evidencias están contra ti y lo peor es que ahora todos te odian.
Pues la Biblia nos da un consejo muy acertado: ponle freno a tu boca. Si alguien te pregunta para aportar tus opiniones, hazlo sinceramente sin ofender a nadie. Recuerda, la lengua es como un pequeño fuego y no querrás destruir el bosque ¿verdad?
Que tu hablar tenga ese sazón del cual todos quieran probar; se cuidadoso (a), no ser grosero (a), no ser mal intencionado (a); si no vas a aportar algo bueno, mejor calla. Ya que el chisme, maldecir, murmurar entre dientes, criticar o juzgar comienza sutilmente con una frase y después no podrás parar.
Toma el timón de tu vida, gobierna esa boquita y que sea un instrumento, pero para beneficio a los demás; mejor bendice, agradece, canta, dialoga, perdona y sigue adelante.
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