“Usaron de astucia; pues fueron y se fingieron embajadores,
y tomaron sacos viejos sobre sus asnos, y cueros viejos de vino, rotos y
remendados, y zapatos viejos, y recocidos en sus pies, con vestidos viejos
sobre si, y todo el pan que traían para el camino era seco y mohoso.” Josué 9:3-5 RVR
Estos sí que eran unos poser,
eran del pueblo de Gabaón, fingieron ser
otro pueblo, vestirse como tal, presentarse ante Josué para ser aceptados, no
ser atacados, pactar con el pueblo de Israel y sacar ventaja. ¡Qué onda con los
poser! ¡Qué ingenio! En mi pueblo le
llaman hipocresía, hoy le dicen así a los que tratan de impresionar a otros, pero imitando; sin embargo, imitar no es auténtico.
Hay varias cosas que reflexionar acerca de esto, la primera
es ¿qué haces tú para sobrevivir en este mundo? ¿Eres una poser o eres auténtico? Fingir ser otro no siempre es el mejor
camino, imitar te hará perderte en ese mar que no eres tú y te confundirá.
Defender quien eres y expresar tus ideas te valdrán unas muchas críticas, pero
no perderás tú identidad: que eres un hijo de Dios.
La segunda cosa para pensar, todo lo que portaban los
gabaonitas –como lo describe el capítulo- era sólo apariencia: sus sacos,
zapatos, vestidos…bueno hasta lo que comían, ¿y quién soportará tal presión por
muchos años? Siempre necesitamos quien te ubique, quien te diga quién eres, cuál
es tu valor exacto, ni más ni menos (tampoco se trata de que te acaben, ¿verdad?).
El único que tiene ese conocimiento total es Jesucristo, con él no es necesario
ser un poser[1],
sino ser tú… ¡uf! sinceramente qué bueno que podemos contar con Jesucristo, nos
ama tal cual y como somos.
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