“Bendice alma mí, a Jehová, y
bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides
ninguno de sus beneficios. Él es quien perdona tus iniquidades, el que sana
todas tus dolencias; el que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de
favores y misericordias. El que sacia de bien tu boca de modo que te
rejuvenezcas como el águila.” Salmos
103:1-5 RVR
Este es un salmo que agradece y alaba
a Dios por sus bendiciones; el salmista está buscando a Dios en el momento de
su abundancia y bien, está en un momento tan grato y alegre que solamente puede
decir palabras de amor y alabanza. ¿Cuántas veces has estado así de alegre? Ahora
bien ¿cuántas veces miras al cielo y agradeces a Dios por ello?
Ahora pregunto ¿para qué esperar? Qué maña de todo
ser viviente de esperar una desgracia para recurrir a Dios y verle todas las
cosas grandiosas que puede hace por uno. ¿No lo crees un poco egoísta? –ja! Se me olvida que sí somos muy humanos y
ególatras… aunque tú puedes ser la diferencia y conquistar el corazón de Dios,
él se complace en aquél que lo reconoce en todo tiempo y de aquel que sabe
deleitarse por cada detalle: por la cama en que duermes, por la mañana
lluviosa, por el lunch aplastado, por la caminata con los cuates, porque mamá o
alguien te espera en casa, por el mal chiste de tu compañero…
Es cuestión de reconocer cuán malos
somos y que bueno es Dios aún por bendecirnos, amarnos y darnos su perdón, pese
a todas las faltas y errores que
cometemos. No esperes el momento malo para valorar a Dios, disfruta y gózate en
un Dios que de continuo desea estar contigo, ¿para qué esperar? ¡Hazlo en estos
momentos!
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