martes, junio 19, 2012

#171 Nadie te lo pidió




“Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario,    
y pusieron en  ellos fuego, sobre el cual pusieron incienso,
 y ofrecieron delante de Jehová fuego extraño, que nunca 
les mandó.”  
Levítico 10:1 RVR



Seguramente tus padres alguna vez te han dado una indicación y no la hiciste; las consecuencias ya me las imagino: desde un regaño hasta un castigo… -ja, todos lo hemos vivido. La naturaleza del corazón del hombre es como ir al revés;  si te dicen pon atención, ni lo haces; cuando te piden que te calmes, creo que más te enojas; ni se diga cuando te piden alguna tarea extra… mejor dejémoslo  así, somos “medios contreras” ¿o no?

Esa forma de vivir a nuestra manera, en esa ley de “yo hago lo que quiero”, de desobediencia y rebeldía, también se ve reflejada con nuestra relación con Dios -aclaro, si tienes una relación con Dios, no debería ser así-. Pensamos que cuando Dios nos habla, lo hace porque no ha de tener que hacer o tal vez que no quiso decir eso, entonces hacemos lo contrario… ¡ups!  ya te imaginarás los resultados.

Nadab y Abiú fueron dos jóvenes que sabían las instrucciones, pero no hicieron lo que se les indicó, es más, hicieron lo que no se les pidió, el resultado fue catastrófico: la muerte. Eso exactamente sucede hoy en nuestra vida espiritual, (y lo digo con todo respeto y temblor porque yo también me veo reflejada en ello cuando no hago las cosas correctas y exactas) morimos cada vez que desobedecemos; desobedecer es no hacer lo que se te pidió o instruyó… ¡híjole! ¿cuántas veces no hemos muerto? Tengamos mucho cuidado, tengamos respeto y poner  muchisísísísisíma  atención a lo que Dios nos pide, y si fallas con todo el dolor y arrepentimiento pídele a Jesucristo te perdone y limpie tu maldad[1], para así poder caminar con Dios en total unidad.



[1] Ver: 1 Juan 1:9  RVR

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