“Yo os he traído
cuarenta años en el desierto; vuestros vestidos no se han envejecido sobre
vosotros, ni vuestro calzado se ha envejecido sobre vuestro pie.”
Deuteronomio 29:5 RVR
Imagínate usando
tus mejores ropas y que nunca se acabarán, ni las mejores marcas tendrían tal
calidad, mucho menos si las usaras en el desierto. Pues Dios en su inmensa misericordia hizo que el
pueblo de Israel al salir de la esclavitud de Egipto sus ropas y calzado no se desgastaran.
Claro el plan original no era rondar 40 años en el desierto, pues ese recorrido
se puede hacer en 4 meses a lo mucho, sino
el corazón duro del pueblo de Israel alargó
este dichoso viaje. Sin embargo Dios no los abandonó a su suerte, no se
cansó de proveerles alimento, agua y por supuesto vestido y calzado.
Ellos sí que eran
totalmente palacio celestial, no sólo
por la calidad de la ropa sino por la provisión celestial de Dios para un pueblo
muy necesitado de su bondad. De igual manera tú y yo necesitamos de esta
provisión, no precisamente por ser la última coca en el desierto sino porque
sabe de cuán faltos de dirección estamos. Además por muy largo que sea el
trayecto en esta vida Dios tiene cuidado
de los detalles, a él no se le pasa nada: como lo lograrás, quienes te
ayudarán, que salidas encontrarás, por supuesto entre más obediente seas, el recorrido será más corto y la meta
más cercana.
No te abrumes,
mejor confía en Jesús y recuerda que en tus momentos de necesidad Dios no sólo
las suplirá sino que te hará ser parte de su marca celestial. Eso sí es bondad.
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