“Voz de Jehová que desgaja las encinas, y desnuda los
bosques…” Salmos 29:9 RVR
¿Cuándo hablas alguien te escucha? Tal vez aquí me eches un
choro de que nadie te escucha, que nadie te comprende, que nadie entiende lo
que quieres o dices…bla,bla,bla… a lo que me quiero referir es si tu voz se oye,
yo creo que sí, esa es la función, la voz es el sonido de tus cuerdas vocales
para llamar la atención de alguien, expresarte y comunicarte, a menos que seas
mudo, por supuesto ¿o no?
Hay muchas voces, la de tu mamá, papá, hermanos, abuelita,
amigos, maestros, vecinos, extraños, líderes, la sociedad (que es una bola de
gente que ni ayuda pero como presiona), etc. y todas quieren ser oídas. Pero
hay una que es muy peculiar: la voz de Dios, se distingue entre otras porque
hablará a tu corazón, además de que te transformará- si te dejas. Pues cuando
Dios nos habla, no quedamos igual, sucede algo.
Este Salmo muestra la potencia de la voz de Dios, en
particular me encanta la imagen que proporciona en mi mente cuando lo leo,
visualizo a los árboles sin hojas, pelones, como cuando pasa un huracán, que
deja huella a su paso. Así me impresiona este versículo, cuando Dios habla
quedamos al descubierto, desnudos, sin más que aparentar o ser tal cual, que pena
¿no?
Por eso Jesucristo es el mediador, nos viste con su sangre
para vernos justos, limpios o rectos aunque no lo seamos. Reflexiona ¿te ha
hablado alguna vez Dios? Si tu respuesta es sí, no tardes en obedecer; si es no, es tiempo de acercarte y conocerle.
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